Gemma Sara Ventín. Profesora de Bureau Veritas Centro Universitario.
Conocimiento, capacidad y cualidad, tres elementos que determinan la profesionalidad de cualquier trabajador, sea cual sea su género responsabilidad o su ámbito de actuación.
Así nos adentramos en la marea agitada que mueve las aguas en torno a la manifestación de la equidad de género en el ámbito profesional, resultado de los valores sociales de la humanidad en su día a día y de la relación entre los individuos que la forman.
Individuos que podríamos clasificar desde muy diversas perspectivas, a través de múltiples elementos organizativos (hombres y mujeres, niños y adultos, población activa y población pasiva, etc.). Pero, si algo nos debemos cuestionar desde la equidad es el porqué y el para qué de dicha distribución. Es decir, ¿cuál es el fin y el objetivo de tal clasificación? ¿se justifica dicha diferenciación? ¿qué motivos son los causantes de esa divergencia?
Si lo que buscáramos fuese una sociedad regida por la igualdad de oportunidades e intentáramos acercarnos a la realidad que la condiciona, podríamos recurrir a los datos cuantitativos para realizar una radiografía de la misma. ¿Qué nos encontramos?
Para empezar, que la segregación de género aún es un hecho presente en ciertos perfiles profesionales, tal y como se muestra en el siguiente gráfico, donde se cuantifica el porcentaje de mujeres trabajadoras en tres sectores base: servicios, agrícola e industrial.
Desde la crítica, en un intento de profundizar en esa equidad, nos debemos preguntar, por ejemplo, cuáles son las causas por las que la participación de la mujer en el sector industrial es menor que en otros ámbitos profesionales.
Busquemos una aproximación a esta cuestión, planteándonos o intentando recordar el nombre de mujeres que, con sus acciones, han contribuido de manera relevante en el desarrollo tecnológico, científico o social a lo largo de la vida de la humanidad.
Aquí surge una primera barrera cognitiva, impedimento para cualquier cambio o proceso de mejora. La historia, bajo el sesgo de la ignorancia y de la manipulación de quien la escribe, ha dejado en el olvido a mujeres, que en su época destacaron por sus conocimientos, capacidades y cualidades profesiones, como Hipatia de Alejandría, María Beaseley, Sara Matter, Hedwig Eva Maria Kiesle, Condesa de Lovelace, Bárbara Crawford Johnson, Elizabeth MacGill, Ellen Henrietta Swallow Richards, Edith Clarke, Valentina Tereshkova, Margaret Hamilton, Pilar Careaga Basabe, Emily Roebling, y un largo etcétera.
Tras un análisis de las últimas estadísticas seguimos viendo que las mujeres continúan declinándose por estudios y profesiones más vinculadas al campo de las ciencias sociales o humanidades, frente a otros ámbitos como las ingenierías o la arquitectura, por ejemplo.
Se han ofrecido diversas justificaciones y respuestas a este hecho, pero no debemos dejarnos llevar por la influencia de los prejuicios o de los usos sociales, con cuyas argumentaciones se consolida una barrera al cambio, anulando cualquier inquietud al respecto.
Ante estas cuestiones porcentuales reveladoras de una parte de esta compleja realidad, más bien, deberíamos cuestionarnos y meditar sobre el hecho de si esa elección de formación y actividad profesional responde a un acceso igualitario a la misma.
Parece que en este sentido, la universidad y el ámbito formativo van un paso por delante respecto a la realidad laboral. Donde nuevamente las cifras ponen de manifiesto la necesidad de trabajar sobre la cultura corporativa y los comportamientos de liderazgo que, sin duda, constituyen un ejemplo motor sobre la sociedad.
Rememoremos un ejemplo, de muchos, con el que fracturar ciertos prejuicios y usos que actúan, aún en nuestros días, como elementos de clasificación:
«La Reina de los Huracanes»
Elizabeth Muriel Gregory, también conocida como Elsie MacGill o “la Reina de los Huracanes”, fue la primera mujer en obtener el título de ingeniera aeronáutica y la primera mujer en conseguir en Canadá el título de ingeniería electrónica.
No se puede negar la influencia de sus padres (James Henry MacGill, abogado y periodista, y Helen Gregory MacGill, periodista y la primera mujer juez de la provincia canadiense, Columbia Británica) en la consolidación de sus aspiraciones laborales, y personales.
Si profundizamos un poco más en su carrera profesional, debemos citar que fue la primera mujer en el mundo que alcanzó el puesto de jefa de Ingeniería Aeronáutica en Canadian Car and Foundry (CanCar).
Donde probó y diseñó el «Maple Leaf Trainer II» (aeronave de entrenamiento). Durante la Segunda Guerra Mundial la producción de CanCar se amplió y las funciones de Elsie MacGill se centraron en la supervisión de la línea de producción del avión de combate de la Royal Air Force (RAF).
La exitosa producción de este modelo de aeronave fue el hecho por el que se le otorgó (al ser referenciada así en un cómic estadounidense) el apodo de la “Reina de los Huracanes”. Continuando con su trayectoria profesional, debemos destacar que Elsie MacGill fue la primera mujer en ostentar la consejería técnica para la Organización de Aviación Civil Internacional (ICAO).
Como ya hemos mencionado, la influencia de su madre y de su abuela materna determinó su perseverancia y consolidaron sus valores a favor de la lucha de los derechos de la mujer. Podemos concluir esta brevísima referencia bibliográfica afirmando que “la Reina de los Huracanes” fue la primera mujer en presidir un comité de la ONU, en concreto el Comité de Análisis de Tensión de Naciones Unidas.
Elizabeth Muriel Gregory, sin duda, es un ejemplo que debe inspirar a hombres y mujeres en la búsqueda de la equidad profesional y social. Es el paradigma de una mujer que no se vio condicionada por su género y que mostró con sus conocimientos, capacidades y cualidades la valía de un profesional y de un individuo que creía en una sociedad libre de prejuicios.
Un ejemplo que debe impulsarnos a analizar esas cifras y porcentajes que representan una realidad laboral alejada de la visión de muchas mujeres, que como Elsei MacGill, no han aceptado una distribución de roles por género.
La mayor presencia del hombre en los puestos directivos, las cifras en la tasa de paro, la mayor presencia de la mujer en los trabajos de tiempo parcial y la diferencia en los salarios por hora en ocupaciones de nivel medio, son algunas de las realidades que vuelven a poner de manifiesto la falta de una igualdad en el entorno laboral.
Desde Bureau Veritas, como mujeres, como trabajadoras, como madres y como miembros de esta sociedad nos sumamos a la búsqueda de la equidad con el ejemplo de nuestra formación y de nuestra experiencia personal. Nos unimos al reclamo de un mundo mejor, tal y como refleja la información que hay detrás de cada cifra.
Porcentajes con los que debemos reactivar el poder de la acción, tal y como ocurrió en el año 1857, en Nueva York, en una jornada en las que las mujeres trabajadoras salieron a la calle como señal de protesta ante la diferencia salarial frente a la prestación que percibían los hombres y ante las pésimas condiciones laborales. Cifras que nos hacen recapacitar sobre el rol y papel que tenemos y deberíamos tener en la sociedad, en su sentido más completo.
Desde todos los departamentos de Bureau Veritas, todos los empleados sumamos nuestras voces a un proceso de mejora laboral y social, en pos de un mundo más equitativo. Y como la «Reina de los Huracanes”, no perdemos la esperanza en la consolidación de una sociedad donde la jerarquización de rasgos y la asunción de actividades debe ser analizada sobre la igualdad como un valor de unión de la diversidad.
Por un mundo más equitativo, superando barreras, estereotipos y prejuicios. Algún día dejaremos de ver el lado reivindicativo de este Día; hasta entonces hay un largo camino que recorrer, empezando por la importancia de la educación, los medios de comunicación social, etc. Quiero un mundo más justo para mis dos hijas. Un saludo.
Te felicito. Gracias por compartir esta información tan bella, un día como hoy.