Erica Fellinger, Profesora de Bureau Veritas Formación
Según el último informe de la Comisión Europea publicado en mayo de 2018, España se ubica en el décimo lugar del Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI), encontrándose por delante de Alemania (14º), Francia (18º) e Italia (25º) y por detrás de Reino Unido (7º).
Recordemos que el DESI recoge cinco indicadores sobre la digitalización de un país: conectividad, capital humano, uso de internet, integración de la tecnología digital en las empresas y servicios públicos digitales.
Es interesante el puesto de la integración de la tecnología digital en las empresas españolas, ya que pasa del décimo puesto al séptimo en la UE. Sin embargo, las tareas de digitalización que realizan las empresas se reducen, básicamente, al uso de facturas electrónicas y de redes sociales.
Si bien, los datos de este barómetro son alentadores, el desarrollo digital no penetra en todos los sectores de la economía porque supone inversiones elevadas que tienen rentabilidad más allá del corto plazo.
Pensemos, por ejemplo, en el coste que significa digitalizar un medio de comunicación que utilizaba sólo prensa escrita. Naturalmente, el servicio completo implica no solamente editar las noticias en una web. El medio de comunicación digitalizado integra en un solo canal varios soportes. La inmediatez de la radio por los audios que publica, la televisión por los vídeos que se graban en directo con la posibilidad de verlos en diferido y la participación interactiva con los lectores a través de la apertura de blogs.
Lo que antes era un producto en papel, ahora se ha transformado en un servicio. El resultado final evita a la empresa costes de imprenta, papel y logística asociada a la distribución y, además, beneficia a la sociedad al contribuir con la calidad del medio ambiente.
Sin embargo, el coste que supone la investigación periodística es similar al que se realizaba la empresa en prensa escrita, pero genera un mayor riesgo en su rentabilidad. Es muy tentador para la competencia difundir rápidamente el resultado de la costosa investigación periodística del medio que la desarrolló.
El caso de la digitalización de The Washington Post merece un estudio particular por su gestión. Se puede observar que aumentó significativamente el número de suscriptores y, con ello, sus ventas registran un aumento del 22% interanual desde que inició este proceso en 2013. La utilización de las nuevas tecnologías de este medio necesitó una nueva estrategia empresarial, ya que pasó de tener una difusión principalmente local a ser una cabecera con repercusión nacional e internacional.
La clave de la mejora de la rentabilidad tras la digitalización requiere que las empresas cambien sustancialmente el modelo de negocio y, en la actualidad, son muchas las empresas que aún no están preparadas para asumir este riesgo. Por ello, no debe extrañarnos que la mayor inmersión digital ocurre, básicamente, en los procesos de facturación electrónica y en la utilización de redes sociales.