Con nuestro libro «Cabalgando reflexivamente la Agenda 2030» queremos impulsar una reflexión utilizando para ello la evocación lírica de “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, a quien podemos calificar como un entusiasta partidario de la unidad mundial.

«¡ Oh, espíritus, selectos bienandantes,»
dijo Virgilio «por la paz benigna,
que creo alcanzaréis perseverantes,
decidnos donde el monte aquí se inclina,
si es posible subir al alto risco;
que es triste perder tiempo, al que imagina!»
La Divina Comedia, de Dante Alighieri
La Divina Comedia se puede definir como una epopeya alegórica, una poesía épica, en la que alguien cuenta algo a alguien bajo una actitud representadora. Una composición literaria donde el fundamento que las cosas adquieren por la memoria de su pasado (bajo el manto de la leyenda) le otorga a la obra la capacidad de vencer la fugacidad del hombre.
De esta forma, con el poder de alusión y creación de la poesía centrado en los pasajes más íntimos y profundos de la evolución humana, expuestos en las vivencias de Dante y su maestro Virgilio (personajes de la Divina Comedia), se intenta equiparar la visión de la humanidad como parte de un Todo, quebrando la ceguera de la fugacidad de nuestra sociedad. Visión sin la cual el desarrollo sostenible y el camino a la sustentabilidad podría convertirse en una auténtica utopía.
El viaje ascendente de Dante en su obra, desde los nueve círculos del infierno, pasando por los nueve aros del purgatorio y llegando a los nueve cielos, de una forma alegórica, bien puede representar la necesidad de progresión natural del ser humano en su camino al desarrollo sostenible y sustentable.
¿Y tú? ¿En dónde te encuentras? ¿En el infierno, el purgatorio o el cielo? Déjanos tu comentario
«Bienvenido
el que busca la paz. Id adelante,
la vuelta dad por donde habéis subido.»
Cegado por su aspecto deslumbrante,
encamíneme en pos de mis doctores,
guiado por el oído hacia delante.
Y como nunciatriz de los albores,
sopla brisa de mayo que acaricia,
cargada del perfume de las flores,
sentí como de un viento la caricia,
a la celeste que mi frente orea,
ambrosía esparciendo con delicia;
y una voz exclamar: «Bendito sea
el que la gracia alumbra, y no del gusto
del paladar, el apetito humea,
«y tan solo apetece lo que es justo.»
(La Divina Comedia)